jueves, 12 de abril de 2012

Nikkei 225


El sushiman peruano Luis Arévalo (ex 99 Sushi Bar) ofrece ahora su buena cocina de fusión japoperuana en este restaurante ubicado el Paseo de la Castellana 15 de Madrid, con entrada en la calle Fernando el Santo. El local, cuya decoración lleva el sello de Ignacio García de Vinuesa, consta de un primer comedor con ventanas a la calle donde se encuentra la barra de sushi, y de otro comedor interior, al fondo.
Se pueden hacer reservas por teléfono llamando al 913 190 390 o en www.eltenedor.es  Cierra sábados a mediodía y domingos todo el día. Su web es www.nikkei225.es. Tiene aparcacoches.

 


Ultima visita...

Comenzamos la cena con un aperitivo compuesto por tres snacks divertidos.



Ostras a la chalaca. Con cebollita roja, pepino y salsa ponzu-yuzu. Pedimos la mitad sin cebolla y no hubo problemas, ya que a María no le agrada mucho. Buen comienzo.


Gyozas de cerdo y langostinos con salsa de mandarinas. Para repetir.


Guncan de Camaroncitos. Nuestra versión sushi del Chupe de Camarones Peruanos. Buenos.
Nigiri de pez mantequilla con adobo de anticucho y pesto de cilantro. Buenos también.


Bogavante roll. Futomaki de Bogavante con mango, cubierto de aguacate y mermelada de rocoto. Excelente.
Maki Acevichado. Futomaki relleno de langostino en tempura, lechuga y aguacate y cubierto con cortes de lubina bañada en salsa de ají amarillo. Delicioso.



Nigiri de entraña de wagyu con huevo de codorniz frito y patatas. Espectacular.



Guncan de Cangrejo Real con gambita empanada en oblea de soja. Se mantiene el nivel.


Nigiri de pulpo con crema de olivas negras y patata. Perfecto.


Usuzukuri de Hamachi con momiohiroshi y ponzu-yuzu. De nuevo otro plato de gran nivel.


Crema de coco quemada. Con mousse de gianduja y granizado de naranja amarga y yuzu. Primer gran final.


Suspiro Limeño. Crema de leche y yuzu con helado de haba tonka. Segundo gran final.


Este restaurante japoperuano es uno de nuestros favoritos, altamente recomendable en todos los sentidos.

Total factura: 197,50 euros.
1 cerveza: 4,50 euros.
1 martini rosso: 5,00 euros.
1 Champagne Lallier: 43 euros.


Visita 24 de Febrero de 2011

En esta ocasión la mitad de sambuquita acudió a Nikkei 225 a cenar entre semana. Eramos cuatro personas y nos acomodaron en el comedor del fondo.
Bien aconsejados por nuestra maitre, si bien en algún momento tuvimos alguna dificultad para entenderla, elegimos diferentes platos de la carta con los que compusimos un atractivo menú degustación, intentando probar algunos de los platos más definitorios de la cocina de Luis Arévalo.

Empezamos con un aperitivo de algas con maíz: sencillo pero que hacía presagiar una buena cena.


A continuación llegó el primer plato que habíamos elegido: gyozas de cerdo y de langostino. En su punto en cuanto a temperatura (como todos los platos de la cena), jugosas, nada grasas y con una salsa que invitaba a mojar pan.


El usuzukuri de hamachi (pez limón). Buena calidad del pescado en una elaboración muy refrescante y con un puntito de picante.


Tempura de cocochas y espárragos trigueros. Buena tempura con la masa muy fina, de nuevo nada grasa y con las cocochas muy jugosas. Quizás la salsa picante que las acompañaba anulaba un poco su sabor si se utilizaba en exceso.


Nigiris de entraña de wagyu con huevo de codorniz, guncan de vieira con salsa huancaína y toro con foie. Deliciosos los tres, en especial el primero del cual repetimos al final de la cena.


Maki de toro. Buen producto aunque en este caso en una elaboración convencional.


Temakis de atún y de salmón. Buen pescado, quizás grandes en exceso. El de salmón demasiado picante en opinión de la comensal que lo probó.











Tras repetir nigiri de wagyu, elegimos los postres, que estuvieron a un alto nivel, contrariamente de lo que suele ser habitual en este tipo de restaurantes:
Crema de coco con naranja amarga y crujiente de avellana.


Coulant de chocolate con crema de lúcuma y helado de regaliz.


La carta de vinos ofrece una buena variedad de champagnes y vinos blancos de Europa. Elegimos un champagne Delamotte Brut 2000, bien servido y que acompañó bien la cena.

En resumen, disfrutamos de una una agradable cena por entorno, compañía, servicio y por la cocina de Luis Arévalo. Un sitio para volver, quizás la próxima vez a la barra.

Fui amablemente invitado por lo que no puedo aportar información sobre el importe de la factura.

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