domingo, 11 de marzo de 2012

Novelli, un restaurante italiano muy normal.



En nuestro viaje a Viena tratamos de reservar en Steirereck, el único biestrellado, y en Walter Bauer, pero fue imposible porque ambos tenían completo. Novelli fue nuestra tercera opción, los platos de la web tenían muy buena pinta.
Llegamos al restaurante con las espectativas que se pueden tener de un restaurante con estrella Michelin. Los camareros iban de un sitio a otro, inmediatamente nos recibieron y muy amablemente cruzamos la bulliciosa sala con el maître .
La decoración es de estilo muy decadente pero cuidado, pensamos que ese sería su encanto.

Nos pusieron una buena selección de panes con un par de salsas.


Nos trajeron un aperitivo de prosciutto pecorino que consistía en una crema de pecorino con una croqueta cremosa de jamón, aunque con postgusto a aceite frito, y oliva.



Despúes del aperitivo pedimos el vino que no llegó hasta veinte minutos después. Parte de los entrantes los tomamos sin bebida. Por más que se trataba de advertir al servicio, era totalmente imposible, porque se movían de un lado a otro como camareros en una tasca.

Como entrantes pedimos Capesante. Un plato compuesto por vieras en sashimi y dos ostras con pepino. Bien sin más, esperábamos algo mejor.


Y también Calamaretti. Calamarcitos salteados y bien fritos con ajo, con pequeños trozos de coliflor y dados de cabeza de ternera con rebozado de tinta de calamar. Otro plato que nos iba enfriando el entusiasmo.



Cuando llegó el vino pensabamos que se iba a quedar casi todo porque apenas nos quedaba un plato. Cuando nos retiraron los platos de los entrantes nos dio tiempo de sobra a beber ya que pasó una media hora larga sin que nos trajeran el principal.


Angel pidió de principal Kabeljau. Bacalao con costra de cebolla crujiente y acompañado de  pulpitos de escaso sabor. Agradable sin más. A esta altura de la cena ya teníamos muy claro que definitivamente no estábamos en un templo gastronómico. Este plato hubiera estado mejor con un poco de pan que se pidió, pero que nunca llegó.



María pidió Garnelen wildfang. Langostinos a la plancha muy hechos y mejillones en pimentón picanterouille de verduras, alioli de azafrán y de ajo suave con pan cocido de hierbas.  Un plato sin producto ni técnica. En conjunto farfolloso. Media hora de espera como mínimo no merece la pena en absoluto ni compensa. En qué piensan los dueños del restaurante para cobrar 32 euros por este plato.



Alioli de azafrán y de ajo suave con pan cocido de hierbas.


Detalle de uno de los mejillones que dejamos porque fuimos incapaces de comer.




Después pasamos otra media hora para pedir el postre, de pensar que podíamos pasar otra media para que nos lo sirvieran y otro tanto para la cuenta decidimos pedir esta última. Tardaron tiempo como bien pudimos vaticinar, aunque para esta espera tuvieron a bien traernos unos petit fours que a estas alturas de la cena pasaron por la mesa sin pena ni gloria.




En resumen, este es uno de los restaurantes que más nos ha costado comentar y donde más hemos tratado de ser objetivos porque salimos realmente enfadados del local y ello nos prodría haber llevado a una critica más negativa y poco productiva.
Una de las preguntas que nos surgieron al salir es si el local era de algún inspector de Michelin o familiar porque no es lógico que un restaurante italiano de este estilo pueda ostentar una estrella.  Detalles como que no pedimos agua y los vasos quedaron en la mesa hasta el final, o como el del plato de pan vacío desde los entrantes aunque pedimos que nos pusieran o los camareros que iban alocados sin atender a los comensales o la tardanza para traer el vino o las esperas entre los platos, nos llevan no a no recomendarlo si no más bien a desear mejor suerte que la nuestra al que vaya a ir. Nosotros seguro que no volvemos.

Total factura: 159,20 euros.
2 Cubiertos: 9,00 euros.
2 Stiegl Pils: 7,20 euros.
1 Nigl Riesling Dornleiten: 35,00 euros

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