Sus dueños definen El Bohío como "un restaurante familiar", y es que los hermanos Pepe y Diego Rodríguez Rey son ya la tercera generación de la misma familia al frente de este restaurante. Ubicado en el pueblo toledano de Illescas, a apenas 35 kilómetros de Madrid, su fachada humilde no hace prever lo que nos vamos a encontrar en su interior: una sala decorada de forma clásica y acogedora, dirigida magistralmente por Diego y, sobretodo, la cocina de Pepe, magnífica cocina de autor con fuertes raíces castellano-manchegas, que le ha valido ostentar, ya desde 1999, una estrella Michelin.
Visita 12 de Febrero de 2012
En nuestras anteriores visitas estuvimos en el comedor de abajo. En esta ocasión tuvimos la oportunidad de conocer el que han inaugurado recientemente y que se encuentra en la primera planta. Con un decoración más moderna y mucha más luz nos pareció sin embargo algo más frio, con menos personalidad. Además el servicio, aunque es el mismo, se mueve con mayor ajetreo y parece menos elegante. Para las siguientes ocasiones haremos la reserva abajo, nos gusta más.
En esta ocasión pedimos el menú del día selecionado por Pepe, que consta de tres platos y postre.
Comenzamos con los mismos snacks que en noviembre: una galleta especiada con crema de anchoa, una galleta de aceituna negra con crema de queso, una aceituna rellena de crema de lichi, oblea de corteza de cerdo con sobrasada y ensalada de ave en maki. Gran comienzo.
Continuamos con un aperitivo de embutido de cabeza de cerdo y ensalada muy bien elaborado.
Como primer plato tomamos unas espadeñas con carne de centollo y la sopa al cuarto de hora. Un plato del que esperábamos algo más.
Y el huevo con polvo de ajo y pimentón y el caldo de la sopa de ajo. Una sopa de ajo reversionada.
A continuación, el plato de pescado del menú, un magnífico bacalao frito con el jugo del adobo.
Como platos de carne, probamos el cochino ibérico con manzanas especiadas, crujiente por fuera y carnoso por dentro, en su justo punto de grasa.
Y el pichón con arroz negro de trufa y chocolate. Tremendo plato con un sabor ahumado del arroz realmente especial.
De postre, el postre de chocolate, un plato de texturas de chocolate realmente sublime.
Con los cafés, llegaron los buenos petit fours que ya habíamos tomado en nuestra visita anterior.
Acompañamos la comida con una botella de champagne Delamotte Brut.
Sigue mereciendo la pena la visita a Illescas, si bien pensamos que es preferible espaciar más las visitas y apostar por el menú largo. Esta era la primera vez que tomábamos el menú del día y no el menú degustación. Salimos satisfechos pero con la sensación de que el verdadero disfrute en El Bohío se consigue poniéndose en manos de Pepe Rodríguez Rey.
Restaurante El Bohío
Avda. Castilla-La Mancha, 81 45.200 Illescas
Tlfn: 925511126
Total factura: 208,12 euros.
2 servicios: 6,20 euros.
1 agua: 2,85 euros.
1 Delamotte Brut: 55,55 euros.
2 menús del día: 98,00 euros.
2 gin tonics: 23,00 euros.
2 cafés: 7,10 euros.
Visita 9 de Noviembre de 2011
En esto de comer y beber se trata de disfrutar al máximo. Hoy hemos disfrutado en El bohío. Mucho. Hemos disfrutado de una cocina honesta, con los conceptos muy claros, nada barroca. Una cocina muy muy manchega, que utiliza la técnica en su justa medida para elevar el recetario tradicional de esta tierra a sus más altas cotas.
En El Bohío se puede comer a la carta, el menú del día que consta de tres platos y postre o el menú degustación, sorpresa, con lo mejor de la temporada. Nosotros teníamos muy claro a qué habíamos venido a Illescas y nos pusimos en manos de los hermanos Rodríguez Rey y su equipo.
Comenzamos con unos deliciosos snacks: una galleta especiada con crema de anchoa, una galleta con queso, una aceituna rellena de una rica crema dulce, unas obleas con sobrasada y algo parecido a un maki con hierbabuena. Gran nivel.
A continuación, bocadillo de lomo de orza con una copa de sangría. Fina lámina de lomo de orza acompañada de pimiento y cebolla en una especie de compota. Toda una declaración de intenciones de los derroteros que iba a seguir el menú.
Tras estos entrantes llegaba el primer plato del menú: escabeche de perdiz. Sutil escabeche cubierto de una costra nitro cuyo postgusto nos recordó a las especias de un bloody mary. Debajo de la perdiz una especie de crema de turrón y otra de sabor más intenso.
Cigala, centollo y huevas de pescado en una sopa al cuarto de hora. Trozos de buena cigala, bolitas de centollo en crema, huevas y una galletita de pescado. El caldo, sublime.
Pisto manchego. Tiernos daditos de berenjena con tiras de cebolla, tomates cherry que le aportaban acidez, y pétalos de flores. Eran el acompañamiento de un pimiento asado relleno del mejor y más meloso de los tomates fritos. Para María el mejor pisto manchego degustado en 35 años... Y es manchega.
Galleta de pichón y foie gras, morteruelo especiado y frutas. Contraste de temperaturas para suavizar los intensos sabores de un templado y cremoso morteruelo que acompañaba un frío bocadillo de crema de pichón y foie. Estos potentes sabores se equilibran con las uvas entre otras frutas. Es costumbre en La Mancha rebajar la intensidad de los platos con frutas locales y de temporada como pueden ser uvas o melón.
Ropa vieja y caldo de cocido. Plato emblemático de la casa. De nuevo tradición, apego al terruño e intensidad de sabor.
Bacalao, puerros y patata. Tal vez el plato más ligero de todo el menú. De nuevo un gran caldo acompañado de una buena pieza de bacalao, puerros, y patata esferificada.
Gazpachos manchegos con liebre. Magnífica versión de este plato manchego, en el que se sustituyen las tortas por un cous cous. Se acompaña de un gran caldo que le da el sabor tradicional al plato. Coronando el plato, una excelente pieza de liebre presentada fileteada y con un punto sensacional de cocción y sabor. Brillante.
Excepcional punto de una carne crujiente por fuera y tierna por dentro.
Callos tradicionales. No formaban parte del menú pero Diego nos los ofreció y, obviamente, aceptamos. Grandes.
Pasión, vainilla y coco.
Crujiente y ácida galleta de fruta de la pasión, helado de vainilla y una especie de polvo granizado de leche de coco. Buen postre.
Flan de caramelo. Postre efectista que se presenta como una esfera de caramelo rellena de flan cremoso. Buena presentación y buena técnica.
Tras los cafés llegaron los petit fours: chocolate con menta, magdalena con cítricos, marshmallow de limón, macaron de café y gominola de naranja.
Acompañamos este gran menú con un champagne Bruno Paillard Premiere Cuvée y con unas copas de Ribera del Duero para los callos. La carta de vinos se divide en varios tomos y es destacable su amplitud y lo ajustado de sus precios.
Total factura: 295,70 euros.
2 servicios: 6,20 euros.
2 menús degustación: 180,00 euros.
2 cervezas: 8,00 euros.
1 agua: 2,85 euros.
2 copas de tinto: 9,10 euros.
2 cafés: 7,10 euros.
2 GT's: invitación.
IMPRESIONANTE, sigo sin comprender como aún no tiene la 2ª estrella Michelin...
ResponderEliminarEl año pasado en Reyes pudimos disfrutar de un menú parecido y publiqué en el blog, han cambiado la mitad de los platos más o menos por lo que veo. El que dices que te pareció "como un maki con hierbabuena" es una ensalada de perdiz en miniatura con toque de menta, en el centro lleva el taquito de perdiz. Todos los snacks son geniales.
Me han sorprendido novedades como su revisión del pisto manchego, el morteruelo, o la ropa vieja. Son de matrícula de honor por técnica, creatividad y (sin haberlo probado), seguro que por sabor.
Para mí, sigue siendo el MEJOR restaurante de Castilla La Mancha.... y en ascenso!
No tiene la segunda como pasa con otros, pero entonces el debate estaría en si este tiene dos porque otros no tienen tres. Creemos que el hecho de tener o no tener estrellas no es lo que más nos motiva a los aficionados a la gastronomía. Ahora la guía es como un juego, los inspectores quitan y ponen, los aficionadas hacemos nuestras propias quinielas. Para nosotros lo más importante es nuestro criterio propio, somos un poco reacios a seguir las corrientes, premios y modas.
ResponderEliminarAnteriormente, El Bohío nos gustó pero no tanto como en esta ocasión,por eso no lo habíamos comentado. Sin duda, para nosotros es el mejor de los que conocemos de Castilla-La Mancha.
Como ya hemos dicho, disfrutamos muchísimo y seguramente volvamos pronto. Aunque para este año la programación está casi cerrada, jeje.
El pisto es perfecto, aquí encontramos más pasión que técnica, porque sólo de esa forma es comprensible que un pimiento relleno de tomate esté tan sabroso y tenga una textura tan cremosa.
La ropa vieja nos gustó mucho, pero no nos sorprendió tanto, ya que en casa preparamos de forma muy parecida unas croquetas de cocido.
El morteruelo es de matricula, de otra forma nosostros no lo hubiesemos terminado. En este caso hasta habríamos repetido.